agosto 04, 2013

Diario de un viaje corto

*2*
Mi puesto en el avión decía: Do not occupy. Buena señal. Luego a esperar hasta que "el avión se llene y verifiquemos si quedan asientos libres".  Me da risa, así viajan los cronopios recordé. Más tarde iban a ubicarme en la fila de atrás, 25A ventanilla, pero dos señoras mayores habían ocupado los espacios libres. Venían de Cuba y tenían muchos años encima. Me dio pesar, pensé que tal vez sería su último viaje, así que me quedé en el pasillo. Durante el vuelo Graciela, la que estaba a mi lado, me prestó su almohada, me puso la cobija y me contó de su viaje. 

Aterricé, no vi nada, no sentí nada. Mala suerte. Hacía mucho frío. Aduanas, inmigración y así no más salí. Diego me recibió, tomamos fotos, nos reímos. Hay que depurar todo lo que he visto, lo que he pensado. Santiago huele a Madrid, son los árboles. Las casas tienen pisos hermosos, de colores, de formas distintas, como las casas viejas de Santa Rosa de Osos. Hay muchos perros, muchos niños y muchas bicicletas lindas. Los árboles se están quedando sin hojas pero a veces, caminando por algún barrio, aparecen flores de colores vivos con todas las hojas en su puesto. 

Los chilenos hablan como si tuvieran pereza. Las mujeres hablan despacio y el acento las hace ver más tiernas. Los hombres hablan rápido y enredado. Hay gatos, casas grandes, puertas chiquitas y gente que sonríe. Hay extranjeros, tiendas de diseño, librerías pequeñas y casas que tienen hacia adentro varios locales. Diego dice que los chilenos creen que viven en un país desarrollado y que por eso le exigen a la ciudad que se comporte como tal. También dice que a los chilenos no les gusta nada. 

El cerro San Cristóbal es el norte, varios de los barrios tradicionales están al sur, la cordillera está al oriente y el sol se va por el occidente dejando el cielo morado. Chile son colores y olor a Madrid. 

1 comentario:

Á dijo...

Hoy Chile eres tú ^^
Muaa

Á