enero 27, 2012

Besos para Wilde

 

Hoy recibí una noticia que me dejó muy aburrida. Hace unos años, de vista en el cementerio Père Lachaise en París, busqué la tumba de Oscar Wilde para poner mis labios contra el cemento (luego supe que era "piedra" como si eso cambiara la sensación de estarle dando besos a la calle) y agradecerle un poco lo que me ayudó a vivir cuando apareció su retrato de Dorian Gray. Le di dos besos para ser exacta: uno en nombre de Luna y otro por lo que ya les conté.

Resulta que me enteré que "hasta comienzos de diciembre (2011) existía una multa de doce mil dólares para quien besara la tumba de Oscar Wilde". La peor parte de lo que estaba leyendo es esta "en vista de la inutilidad de la multa, los descendientes de Wilde, entre esos su nieto, decidieron LIMPIAR LOS BESOS DE LA LÁPIDA y levantar un muro de vidrio de dos metros de altura, pues, al parecer, el aceite del lápiz labial daña la piedra" ¡Mis besos no existen! ¡Quién se creen que son esos "descendientes para andar borrando mis besos! Ahora que vuelvo a leerlo siento otra vez una sensación de asco, rabia y por increíble que suene, exclusividad.

Una vez se pasó el shock de la noticia pensé: esto quiere decir que fui una de las últimas personas que pudo besar la tumba de Wilde ¡Qué única que soy! y a la vez ¡Qué miserable soy pensando que ese hecho me hace exclusiva!...por un momento pensé también en Luna. Pobre Luna, tendrá que darle un beso a un muro de vidrio, suavecito, limpio y frío. Ella no va a poder sentir la tierrita que se desprende de la roca cuando uno acerca los labios, ni tampoco va a pensar como yo que su beso está encima de otros besos y que al fin de cuentas, le está dando un beso a todas las mujeres que besaron a Wilde. Luna tendrá que conformarse con el beso que le di yo a Wilde en su nombre o de lo contrario, darle un beso a un vidrio que viene siendo algo así como tirarle un beso a alguien: no se siente la respiración, ni los poros, ni el aliento, ni la saliva del otro. Es decir, un fracaso de beso.

El día en que Luna visite el Père Lachaise en ese París monumental se cumplirá lo que dijo Mrs. Arbuthnot en Una mujer sin importancia: "un beso puede arruinar la vida de una persona".

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